Sobre el amor
Cómo definir el amor? Pregunta difícil de responder ¿no? Porque aunque todos hayamos experimentado el amor en alguna u otra forma no es sencillo componer con palabras una respuesta que suene más o menos coherente y universal, pero bueno, igual lo intentaremos. Algo saldrá.
Se podría esbozar una respuesta diciendo que el amor es un conjunto de emociones y comportamientos que tienen que ver con la intimidad, la pasión y el compromiso y que el amor implica cuidado, cercanía, protección, atracción, afecto y confianza. Se podría agregar que el amor suele variar en intensidad y cambiar con el tiempo y que generalmente lo asociamos con una variedad de emociones positivas como felicidad, emoción, satisfacción con la vida, euforia, aunque también puede provocar emociones negativas como celos, inseguridad, estrés y más.
No hay dudas de que el amor es una de las emociones humanas más importantes. Lo curioso es que a pesar de ser uno de los comportamientos más analizados y estudiados, en el fondo sigue siendo un verdadero enigma. Por ejemplo, todavía se sigue debatiendo acerca de si el amor es un fenómeno biológico o cultural. Lo más probable y razonable es que el amor sea resultado tanto de impulsos biológicos como de influencias culturales. Si bien las hormonas y la biología son importantes en el proceso de enamoramiento, la forma en que expresamos y experimentamos el amor está influenciada por la cultura a la que pertenecemos.
Otro tema: ¿se puede medir el amor? ¿Existe algún instrumento validado por la ciencia para hacerlo? Por llamativo que parezca, la respuesta es sí, existe un instrumento para medir el amor. El creador de tal instrumento es el psicólogo social Zick Rubin quien diseñó ciertas escalas (conocidas como “las escalas de Rubin”) y cuestionarios para medir, empíricamente, el amor entre dos personas. Lo que básicamente dice Rubin es que hay una gran diferencia entre el hecho de gustar de alguien y el amor romántico. Este último se caracteriza por ser posesivo y por la confianza mutua.
Rubin explica que el amor romántico se compone de tres elementos:
- El apego. Es la necesidad de estar con la otra persona y el deseo de contacto físico y aprobación.
- El cuidado. Implica valorar la felicidad y las necesidades de la otra persona tanto como las propias.
- La intimidad. Significa compartir pensamientos, sentimientos y deseos privados con la otra persona.
En su investigación, Rubin identificó una serie de características que distinguían entre diferentes grados de amor romántico. Por ejemplo, descubrió que los participantes que tenían una calificación alta en la escala de amor también pasaban más tiempo mirándose a los ojos en comparación con quienes calificaban también como enamorados pero con una puntuación menor.
Más allá de la intensidad, está claro que el amor se puede manifestar en las más diversas formas. Eso lo ilustra muy bien la película navideña inglesa Love, actually. Si la viste, recordarás que describe historias de amor de personajes muy diferentes y que esas historias conforman una especie de rompecabezas cuyo elemento aglutinante es el amor. La película retrata distintos tipos de amor y situaciones: el amor de padre, el amor y el poder, el amor maduro, el inocente, el superficial, el imposible, el infiel y varios más. El mensaje de la película es que a pesar de las diferencias de poder, dinero, nivel social, edad, etc. que existen entre los protagonistas todos sienten la necesidad de dar y recibir amor y al final todos encuentran la manera, su propia manera, de satisfacer esa necesidad. Siempre me ha parecido un lindo mensaje.
El mito de la media naranja
A menudo se habla de encontrar la media naranja cuando se trata de encontrar pareja. ¿Sabías que el origen de este mito de la media naranja se remonta a la Antigua Grecia y que fue Platón quien lo mencionó en su obra El banquete? Otro dato interesante: este es el primer mito griego que hace referencia al amor entre humanos ya que los anteriores hablaban del amor entre dioses.
En realidad, Platón no creó el mito. Lo que hizo fue contar el relato de Aristófanes, el autor de la historia. Aristófanes contaba que al principio los humanos eran seres esféricos completamente perfectos. Tanto es así que poseían cuatro brazos, cuatro piernas y dos caras idénticas, una a cada lado de la cabeza. El problema apareció cuando esos seres se creyeron tan poderosos que decidieron desafiar a los dioses, cosa que nunca deberían haber hecho; provocar a los dioses se castigaba duramente en aquellos tiempos. Así lo relata Aristófanes: “Zeus castigó a estos seres soberbios que se creían más que los dioses y como naranjas, los partió por la mitad con el poder de su rayo”. Cuenta el relato que una vez divididos, estos seres deambulaban tristes buscando su otra mitad, y se dice que cuando la encontraban, “se enlazaban con sus brazos y permanecían así hasta dejarse morir”. Así de dramático era el encuentro.
El mito de la media naranja nos hace creer que cuando estamos solos somos imperfectos o incompletos. Por esa razón, necesitamos de otra persona para alcanzar la perfección. Esta historia de la naranja está bastante internalizada en nuestra cultura y ha causado y sigue causando problemas en lo que se refiere a nuestro concepto del amor, según mi punto de vista. Yo creo que no hay que buscar ninguna media naranja. Creo que uno mismo debe ser una naranja entera y buscar otra naranja entera complementaria. Porque dos naranjas enteras complementarias se acompañan, se ayudan, se motivan mutuamente, se apoyan, se respetan, se cuidan, pero a la vez, individualmente, mantienen su identidad propia completa. No le encuentro nada de positivo a aquellas relaciones en las que una mitad encaja con otra mitad, o relaciones en la que una mitad eclipsa a la otra, o en la que una de ellas no funciona sin la existencia o presencia de la otra. Por eso, el mito de la media naranja me parece bastante nocivo y creo que puede perjudicar las relaciones seriamente.
Volviendo a la pregunta del principio ¿cómo definir el amor? Me parece que una de las maneras más correctas de definir el amor es con un cliché. Yo detesto los clichés sobre todo cuando se utilizan en temas potencialmente cliché (como por ejemplo el amor:)), pero debo admitir que a veces encierran grandes verdades y ayudan a simplificar las cosas. Entonces para expresarlo en formato cliché, yo diría que lo que define al amor es que es una de las poquísimas cosas que el dinero no puede comprar. Como la salud y la inteligencia, el amor no se puede comprar, ni vender, ni intercambiar.
Uno puede comprar parejas sexuales e incluso un matrimonio. Se puede comprar la lealtad, el compañerismo, la atención y hasta la compasión, pero el amor en sí mismo no se puede comprar. El amor sucede y no siempre se puede controlar. Uno puede estar dispuesto a enamorarse, pero no puede predecir cómo, cuándo, dónde, de quien se va a enamorar o si alguna vez va a ocurrir.
Cierro con una de las reflexiones más potentes y lindas sobre el amor. Me refiero al famosísimo párrafo que Julio Cortázar escribió en Rayuela, ese que dice así:
“Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio”.
